lunes, 14 de marzo de 2011

CONVERSACIONES CON SOLEDAD III

Aquella noche entré a mi alcoba como sucede cada vez que duermo en casa.
Sentí una ausencia que acompañaba esa presencia que convive con el vacío que cargo en el pecho a diario.
Dejé el saco sobre el suelo para continuar con el desorden que se apoderó de este segundo piso que más parece sótano.
Ya en el baño, abrí la ducha con el afán de quitarme de encima el peso de esa sombra que tan señalada y mal vista se hace a diario por la principales avenidas de mi soledad.
Allí estaba ella, detrás de la puerta, con esa sonrisa que me hace sentir tan cómplice de esto que comenzamos hace un lustro y parece no se irá nunca.
- Volviste. -me dijo-.
- Todos vuelven. -respondí con sarcasmo-.
Le conté lo que había echo mientras estuve ausente y abandonó la escena cuando los tres pelos y medio que llevo en el pecho salieron a relucir y se reflejaron en el espejo.
El agua estuvo tan caliente esa noche que bastó abandonar la ducha para citar a una de mis migrañas.
Entré a la habitación nuevamente y ella yacía sobre la cama mostrando ese desenlace dorsal que tanto me debilita y esas catedrales que tan fiel me hacen sentir en tiempos de infidelidad.

Aquella noche dormí fuera una vez más, pero con la seguridad que los catorce habían vuelto a mi rutina y que la pureza había llegado a suplantar tanta impureza.

Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.


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