Aquel día cumplía diecisiete años.
Mi en ese entonces enamorada fue la persona con la que decidí pasar parte de la tarde después del colegio sin pensar que entre besos y frases románticas, mi cuerpo convocaría a un ataque de asma que me hizo ser nebulizado doce veces en un mismo día.
Esa fue la primera vez que subí a una ambulancia en calidad de paciente, la primera vez que un médico se dedicó enteramente a estabilizarme para darme algunos años más de vida, luchando contra el maldito asma al que fui sentenciado desde mi primer día de vida.
Cortisona y adrenalina, aparte de la sonrisa de la protagonista de mi novela favorita, fueron algunos de los medicamentos que lograron que mi piel vuelva de morada a blanca.
Mi madre me esperaba para decirme "Feliz cumpleaños", aunque aquella vez lo tuvo que hacer en una clínica de la ciudad donde llegué a las ocho de la noche y de la que salí casi tres horas después sin tanta mejoría.
- Nicole se quedó llorando en casa, está preocupada por tí y te sigue esperando para cantarte el Happy Birthday.
Sin duda alguna, esa fue la frase más linda de la década, la que realmente hizo de ese cumpleaños más inolvidable aún.
Y ahí estaba mi hermana, con 7 años en su haber, venciendo sus ganas de dormir y cantándome el mejor "cumpleaños feliz" de mi vida; acompañada por Alejandro, mi otro hermano menor que con 5 años también decidió esperarme esa noche.
¿Que más podía pedir? Mi madre, mis dos hermanos menores y la protagonista de mi novela favorita en la misma mesa tratando de hacer menos infeliz mi cumpleaños que sabía a medicina.
No hay foto en el álbum que pruebe lo acontecido, pero si una foto en mi alma que nunca me hará olvidar mi cumpleaños número diecisiete.
Gracias, Nicole.
Gracias, Ale.
Gracias, mamá.
Gracias,
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario