Raquel al comienzo aguardaba cualquier travesura para felicitarla y enorgullecerse de la misma.
Sin embargo, con el pasar de los años las travesuras terminarían con intento de agresión con zapatazo incluído. Cuestión de edad, creo yo.
Así eran los domingos por aquellos años en los que comíamos arroz de novia y no necesariamente había alguna mujer apunto de formalizar.
Así eran los domingos con Raquel encabezando la mesa junto a las cuñadas, mientras los hijos hacían de las suyas destapando una tras otra en el patio.
Así eran los domingos donde si te sentabas junto a Carmen, estabas condenado a salir con el olor a tabaco impregnado en la ropa, pero con las ganas de volver el siguiente domingo al mismo asiento.
Así eran los fínes de semana de parrillada por aquellos años donde el ritmo llegaba con la tía Chana y terminaba con el calentado del tío Luigi la mañana siguiente.
Domingos en los que Robert cocinaba con la derecha y brindaba con la izquierda.
Domingos en los que mi madre se aislaba en el cuarto de la tía Claudia y mandaba a comprar todos los alfajores y turrones de la tienda.
Domingo en los que Quito hablaba un absurdo más absurdo que el del domingo anterior.
Domingos en los que se separaban varios domingos en el calendario para repetir la hazaña y varios feriados largos para ir de campamento en busca de nuevas anécdotas.
Pero los campamentos son parte de otra historia...
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
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