jueves, 7 de julio de 2011

REALIDADES DE UN AUTOR

Cuando escribo, lo hago siempre en primera persona para meterme en la realidad o ficción que yo mismo creo.
Cuando escribo, suelo poner cosas mías, cosas del resto y cosas que invento.
Pero está vez es distinto, ya que escribiré algo que me ha dado la gana de compartir y se llama: Realidad.

Esta noche estoy romántico como nunca y de buen humor... Vamos.

Cuando decidí empacar y dejar mi vida de mantenido con el dinero de mis padres, lo hice con todas las ganas de sentir los placeres y durezas de la vida.
Lo hice con ganas de dejar de ser aquel jovencito y cambiar mi imagen por la de un hombrecito.
Jamás derramé una lágrima, a pesar de las noches extrañando a mis padres y hermanos que siguen del otro lado de la ciudad.
Llegué a mi nuevo hogar, aquel hogar que formé con tan solo diez más nueve años y solo, con mi propia soledad, esa soledad que tanto me ha dado, quitado y gustado.

Debo admitir que aquí me reencontré con aquella infancia llena de sueños que se acabó con la separación de mis padres por la década de los 90.
Pero esta vez volví para no depender de matrimonios o separaciones y de esa forma decidí yo mismo formar el futuro, cayéndome, apostando, perdiendo y volviendo a apostar.
Acá encontré el apoyo de Claudia, que si bien es dura conmigo desde siempre, sé que me quiere como yo a ella.
Acá me reencontré con los gritos de mi padrino, ese padrino que quiero como un padre y que me ha dado varios sustos ultimamente con sus visitas al hospital.
Acá me reencontré con mi equipo de barrio, un grupo humano magnífico, lleno de sueños, de risas y también de lamentos.
Acá me di cuenta que nadie se fue y que todos me estuvieron esperando.
De este lado encontré un trabajo al cual ha sido dificilísimo adaptarme, pero que aunque no parezca me sigo esforzando cada día a pesar de ser un joven - viejo renegón e incapaz de quedarse callado.
Si Manuel, sé que leerás esto y quiero que sepas que eres un gran amigo a pesar de todas las decepciones que te haz llevado en estos tres meses que compartimos escritorios en jornada laboral.
Sí, Gloria, porque sigues siendo lo máximo a pesar de que sé que piensas que soy un chibolo respondón que muy de vez en cuando no convoca al respeto.
De este lado encontré las cervezas más heladas de la tierra, en la tienda de Elmer en incontables jornadas de brindis con amigos, familiares, trabajadores y hasta pescadores.
De este lado también me caí un par de veces, pero ya me puse de pie y me han dado ganas de recordarlo todo con una sonrisa al menos esta noche.

Te extraño madre, te extraño a pesar que nunca te lo dije.
Te extraño padre, extraño tus consejos, tus eseñanzas, tu ternura y tu imagen de superhéroe.
Te extraño Félix, porque eres el amor de mi vida desde que nací y dejaste de ser el único en casa.
Te extraño Fiorella y más sabiendo que pronto harás tu vida lejos de aquí.
Te extraño Mario, por darme ese beso que solo se dan los hermanos.
Te extraño Nicole y sobretodo ese abrazo a las 3:30 todos los días cuando llegabas del colegio.
Te extraño Alejandro. Extraño llevarte a la academia de fútbol y decirte que estuvo bien y que estuvo mal.
Te extraño Margarita y sobretodo a tus ojos aguamarina que no se me quitan de la memoria desde que tengo uso de razón.

Los extraño, pero extrañar es de valientes.
Yo tomé varias decisiones y sé que si vuelvo lo haré más fuerte de lo que me fui y con esa sonrisa que dejé grabada en cada una de sus mentes.
Volveré. No sé cuando, ni en que circustancia, ni en cuantos días o años, pero VOLVERÉ...

Renzo Figallo - El Autor


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