martes, 19 de marzo de 2013

BUENAS PRÁCTICAS: RECICLAJE

Desde hace algún tiempo tomo más agua que camello recién llegado del desierto.
Por ello pensé hace un mes: si mi organismo necesita el agua de las botellas para alimentarse, hay gente que necesita las botellas de agua para alimentar su organismo.

De esa manera fue que  instalé una bolsa en mi cuarto, y le habilité un espacio a los desperdicios plásticos y chapas que si bien no me servían a mí le podían servir a otros.

Desde entonces busqué a quien donarle esto y averigué que en Surco, mi comunidad, el municipio local habilitó hace algún tiempo un programa de recolección de material reciclable en varias zonas. Por mi casa pasan todos los martes a las 7:30 de la mañana y recogen de distintas casas empadronadas este material que según comentan son entregados a organizaciones que ayudan a las personas.

Sin embargo, en el camino descubrí algo no tan alentador como lo que escribí en el párrafo anterior: 
Los recicladores que husmean cada noche entre los desechos que los vecinos dejan afuera de sus casas para que los recoja en camión de la basura ya no encuentran el material reciclable que antes encontraban, pues gran parte de la población ya se empadronó con el municipio.

No sé si el programa del municipio de Surco quiera erradicar a los recicladores de la zona o si simplemente lo hacen por tema de orden. Pero hay una realidad muy cierta: esta gente que rebusca entre nuestra basura buscando algo útil es evidentemente perjudicada por este programa.

Me di cuenta que no puedo modificar ni abolir el programa de reciclaje de la municipalidad, pero eso no implica que no soy libre de darle mis desechos reciclables a quienes yo quiera

Fue así que esta noche mientras venía comiendo por la calle vi una realidad que en realidad siempre estuvo ahí: un joven que buscaba poste por poste, bolsa por bolsa y jardín por jardín algo que le pudiera servir para venderlo al mejor postor. Caminé unos cicnuenta metros hasta la puerta de mi casa y  decidí entregarle a él y solo a él lo que con tanto empeño había juntado.

Cincuenta botellas de agua que me habían costado en total -cuando estaban llenas-  aproximadamente 50 soles no se comparó en nada al precio de la sonrisa de aquel reciclador:

- Toma, junté esto para tí, le dije
Me miró con extrañeza, tal vez pensando que yo era alguien asociado al serenazgo que de vez en cuando los jode por su trabajo
- Tranquilo, son más o menos cincuenta botellas de plástico que junté para alguno de ustedes, agregué. 
- Dios te bendiga, hermano, respondió.

Y como pocas veces en mi vida sentí que Dios me bendijo.
Y es que me demostró que invertir dinero, tiempo y dedicación no importa si esto será retribuído por alguien que no tiene las mismas oportunidades que tú, que tiene una historia distinta, más difícil, y tal vez más dura y sacrificada.

Consejo de amigos:
Reciclen y denle todo lo que junten a quienes ustedes quieran: programas municipales, recicladores, niños, jóvenes o ancianos. Pero reciclen y verán que también reciclarán su alma, sus fuerzas y sus ganas a cambio de la la sonrisa de un pobre que te marcará y animará a hacer el bien para siempre.

Dios los bendiga a ustedes también.

Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.

(Foto referencial)




No hay comentarios:

Publicar un comentario