Es difícil asegurar que iremos a un mundial debido a esa maldita estadística que tenemos detrás y que no nos da favoritismos contra ningún rival.
Es difícil hablar de buen manejo deportivo cuando estás en un país donde los árbitros tienen un precio y donde los arqueros y defensas de vez en cuando almuerzan goleadas.
Es difícil apostar por un sueño después de tantos fracasos.
Esta tarde me acordé de Maturana y sus caballos, de Autuori y sus estadías en Brasil y de Chemo y su floro barato de camerín.
Esta tarde sentí que las cosas habían cambiado. Ya no eran once defendiendo una camiseta los viernes en alguna discoteca, sino era mveintinueve millones alentando en vivo y en diferido.
Esta tarde recordé que también existía la posibilidad de ganar de vez en cuando.
Esta tarde me acordé como se gritaban los goles cuando se siente la meta más cerca.
Estar tarde no olvidé a los pesimistas que nos veían de vuelta después de la primera ronda.
Esta tarde conocí que la magia por fín había llegado...
Es más fácil sentir lo que siento cuando vives orgulloso de tu país los 365 días del año.
Es más fácil pensar lo que pienso cuando cantas el himno como si fuera la última vez que lo hicieras.
Es más fácil opinar de esto con el aval de haber trabajado en este fútbol tan manchado, pero con necesidad de triunfos.
Nunca vi a la selección peruana en un mundial. La última vez que Perú jugó un mundial de soccer, lo hizo hace más de veinteaños.
Mis padres me convocaron a la selección familiar hace tan solo diez más nueve y tal vez la ingratitud del destino no me haga ver a Perú en un mundial nunca.
Pero eso no importa, lo único que se exige es sacrificio por la camiseta y huevos, huevos y más huevos.
Porque no necesitamos un Pelé ni un Messi. Nosotros nos conformamos con un colectivo que apele a la garra y sepa luchar hasta que las piernas quemen y las gargantas mueran.
Déjenme soñar.
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
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