lunes, 15 de agosto de 2011

¿Y PISCO?

Es complicado no saber de evacuaciones de tsunami y de desastres cuando vivo en una península rodeada de agua que con un fenómeno de este tipo sería destruida en cuestión de minutos y se llevaría consigo sueño realizados a través de los años y con la prosperidad como principal aval.

Aquella tarde regresaba a casa después de quemar un CD en una cabina de Internet.
En ese preciso instante se inició el único terremoto que he vivido durante mis diez más nueve años.
Con mi tía corriendo sin zapatos buscando mayor rapidez en sus pasos, mi tío con un cigarrillo en la boca (para variar), pero más asustado que nunca y con los nervios en la garganta.
A eso se le sumaba la gente del barrio, quienes salían de la mano de sus casas y se agrupaban en medio de la pista pensando que rezando se pasaría el desastre.
Los perros ladraban y segundos después se produjo un apagón. Ningún poste hacía prendido y las señales de los celulares estaban completamente saturadas.
- Evacuemos, dijo mi tía mientras cogía ropa para algunos días.
Y así evacuamos algunos kilómetros hacia la ciudad. Incomunicados gracias a la escasa tecnología telefónica que salió a relucir con el terremoto de aquella tarde.
Recuerdo que recién dos horas después pude hablar con mi madre y con mis hermanos, quienes estaban preocupados por mi situación.
De mi papá no me enteré hasta el día siguiente. Mi padre en ese entonces vivía junto al mar, pero de Arequipa, en el puerto de Matarani. Afortunadamente no hubo hechos que lamentar.

Los medios de comunicación le dieron cobertura especial sobretodo a la zona del epicentro en Pisco y Chincha Alta y pasaron meses para que el terremoto y sus daños humanos y materiales dejaran de ser noticias de portada en todos los periódicos del país.
513 personas murieron aquel fatídico 15 de Agosto de 2007.
431 mil damnificados que se quedaron sin casa, alimentos y lo peor de todo, sin ayuda.
7.9 grados dejaron en claro que la suerte había dejado de estar de nuestro lado y que los terremotos habían vuelto dispuestos a destruir casas, vidas, familias y sueños.

Recuerdo que al primer año de conmemoración, todos los canales y diarios fueron a Pisco y criticaron como el gobierno peruano había hecho poco o nada después de la catástrofe.
La gente seguía en carpas y durmiendo en condiciones verdaderamente precarias, casi todo ayuda llegaba de ONG´s que se apiadaron una vez más de los pobres del Perú.

Al segundo año los reportes informativos fueron casi iguales a los del primero. Pisco seguía en escombros y hasta el cementerio presentaba una destrucción que no permitía ni a los muertos descansar.

Al tercer año, los medios comenzaron a olvidarse del pueblo pisqueño y de la región Ica en general, que cansados de pedir ayuda acudieron a los créditos en los bancos y  participaron en un programa concurso para reconstruir el templo religioso más significativo para el pueblo.

Hoy se cumplen cuatro años del desastre que se llevó medio millar de peruanos como todos nosotros y el pueblo iqueño sigue exigiendo ayuda. Esa ayuda que exigen por ser parte de esta sociedad que algunos quieren tildarla de inclusiva, pero que ha sido exclusiva desde siempre.
Solo un medio escrito, el diario La Primera, le dio ese espacio a los pisqueños esta mañana en portada.
Un espacio que cita a la esperanza, pero que a estas alturas comienza a ser difícil de creer.






No hay comentarios:

Publicar un comentario