Aquel parásito difícil de sacarse de encima a la hora del orgasmo inspiracional.
Aquel payaso de la máquina de escribir dispuesto a cambiarlo todo sin cambiarlo necesariamente.
Aquel sujeto destructible, pero recuperable.
Aquel hombre capaz de reír, llorar, reir y volver a llorar.
Ese capaz de sentir en cuestión de segundos.
El capaz de destruir y reconstruir con el floro barato característico.
Ese que se esfumó y se transformó solamente en "El hombre del otro día".
El otro día, el de hace un año, cuando las sonrisas eran sonrisas y la rutina no existía.
Cuando el tabaco aún sabía a tabaco y cuando el ron llegaba en el momento perfecto.
El de hace un año, con el DNI recién impreso y con una vida que aún sabía a vida.
Ahora con diez más nueve en años y una rutina que me agita, pero que me comenzó a gustar.
Ahora con casi dos décadas en el espejo. En ese espejo donde la barba comienza a ser áspera y los granos comienzan a transformarse en huecos.
Donde los sueños aún son sueños, pero se les da por ponerse en "stand by" de vez en cuando.
Ahora, más viejo, que la volubilidad y la indecisión ha llegado a mis días para apoderarse de mis decisiones.
Ahora que dejé de sentirme algo inseguro y comencé a estar seguro de ser inseguro.
Ahora cuando la noche cae y el tabaco sigue siendo tabaco, pero con tos incluída.
Hoy soy indestructible, inalterable, de concreto y ya no de vidrio.
Río y vuelvo a reír, pero jamás a llorar.
La vida sigue sabiendo a vida, pero con la seguridad de que cada vez es más corta.
Sigue siendo el mismo, pero con un año más que parecieron diez y me invita a buscar refugio y apurarme en esta vida que cada día se disminuye y me hará morir antes de los cuarenta y dos.
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
IMAGEN: GALERÍA DAVID RIKEN
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