- No me atrevo a responderte , le dije recurriendo a mi vieja costumbre de esperar siempre lo peor y asesinar ilusiones en cuestión de segundos.
Llegada la noche y culminada mi rutina, fui a cada buscando un poco de descanso para mis piernas y mis brazos que habían sido víctimas del sádico gimnasio. Me instalé y procedí a encender el televisor, dándome cuenta que todos los canales hablaban de lo mismo, del clásico del Pacífico, del la guerra de este mismo océano y cual sobrenombre se lo ocurrió a los comentaristas.
Apagué el televisor convencido de dormir y vaya que lo hice.
Desperté esta mañana y debo confesar que me acordé del partido de esta noche cuando salí de casa rumbo a la universidad y todos en el micro iban con el mismo entusiasmo y la misma ilusión.
Me negué nuevamente a formar parte de esté sueño e ingresé a las aulas a pesar de que los comentarios alentadores sobre el seleccionado peruano de fútbol iban en aumento y en mayor magnitud.
- Hoy metemos cinco, dijo un imbécil de aquellos que uno no sabe como ingresó a una universidad, al parecer sin saber nada de historia futbolística y ser escaso de criterio.
La hora de salida había llegado y no llegué ni a la esquina para ver a aproximadamente cinco estudiantes de periodismo con camisetas y gorros de la selección. Figuretismo del barato. Pero ¿Qué se le puede pedir finalmente a gente con el coeficiente intelectual muy por debajo del promedio?
Ya camino a la Av. Pershing me encontré a Martín, un conocido datero de la zona, especialista en el tema de los "correteos" y marcador de la empresa de transportes "Unidos Chama", quien me dijo:
- Arriba Perú.
Respondí con una sonrisa para no hacerlo víctima de mi hostigamiento.
En el semáforo de la mencionada avenida yacían un buen número de vendedores de camisetas de todas las tallas y dispuestos a estafar con un toque de ilusión a cualquier hincha que se le cruzara por el camino.
En fín. Llegando a la oficina todo el personal masculino estaba preocupado sobre que mentira argumentar para irse a casa a las 5:30, incluso otros para no regresar nisiquiera del refrigerio.
¿Y es que asi se paraliza un país cuando juega su selección?
No puedo ocultar que a mi también me encantaría irme a casa a las 5 con 30 para ver el partido minuto a minuto y esperar el gol del seleccionado bicolor, pero no me olvido que tengo obligaciones que cumplir, que seguimos siendo los últimos de América y que ilusionarse a estas altura del juego es tarea de huevones...
Arriba Perú!
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
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