La siguiente crónica es una nota de este sujeto tácito antes, durante y después de correr una carrera limeña de 10 kilómetros, la cual se desarrolló esta mañana y que me ha cambiado la vida.
Con varios reportes por hora y que solo muestran la realidad, el como desperté, como comencé, como iba reaccionando mi cuerpo ante el desgaste y como fue el placer más que sexual que sentí al pisar la meta, es que narro lo que viene a continuación...
Todo comenzó anoche a las 10, cuando fumé el último cigarrillo antes de la carrera de hoy.
Me acosté a las 11 PM. para no tener tiempo ni espacio de nerviosismos o de pensar cojudeces de mi vida personal. Cojudeces sobre las que reflexiono cada noche, pero que ayer me negué rotundamente a hacerlo, dándole la espalda al techo para no convocar a mis demonios.
Programé el despertador a las 6:30 de la madrugada y para variar me volví a quedar dormido en medio de la lucha que entablé por enésima vez tratando de pararme de la cama sin lograrlo y terminando más dormido de lo que estuve.
6:50 de la madrugada llamó a mi nextel el sujeto de la nariz grande. Llámese "Koky", quien desde La Punta me anunaciaba que en breve ya estarían en camino a la maratón.
Desperté con su llamada y no había terminado de hablar cuando ya estaba debajo de la ducha sometido al agua que me terminaría de despertar y me llevaría a tratar de cumplir el reto más difícil de mi vida.
Cereal bar, una barra de kiwicha y dos vasos de agua fueron el desayuno matutino de este domingo en el que sentí que nada volvería a ser lo mismo.
El reloj marcaba las 7:10 AM. y ya estaba en el paradero dispuesto a emprender el rumbo que cincuenta minutos después me dejaría a unas cuadras de la partida, en el centro de la ciudad.
Dicho y hecho. 8 en punto, cuando llegué y varios millares de gente ya habían comenzado el calentamiento, mientra que yo recién me preparaba para estirar. Encontré a dos amigos del barrio, con los que conversé durante algunos minutos esperando que llegara la comitiva que cambió al igual que yo los vasos de ron por trotes nocturnos.
8:50: "Koky", Abelardo", Edu y Arianne llegaron a la escena diespuestos a calentar.
Abelardo no tuvo tiempo para calentar ya que cinco minutos después de su llegada a la zona de partida, se dio por iniciado el tramo de 21 kilómetros.
Para ese momento quedábamos solo cuatro más Danitsa, quien hacía las de fotógrafa y nos tomaba fotos desde todos los ángulos, al parecer sin creer realmente que las amanecidas llenas de alcohol habían sido cambiadas por amanecidas deportivas.
La orden para iniciar el tramo de 10 kilómetros se dio a las 9 más 45 minutos.
Estuvimos todos juntos los cien primeros metros. Después, nos comenzamos a confundir entre los aproximadamente cinco mil peruanos que también se habían tomado el reto en serio y corrían para ganarle aunque sea a algunos centenares.
10 con 20, ya estaba a la altura de la Av. Cuba en el corazón de Jesús María y mi estado físico no terminaba de sorprenderme, ya que no entrenaba hacía cinco días y mi cuerpo no sentía la pegada. Lo único que sentía era un poco de sed. Justamente fue esa sed la que a las 10 y media me hizo preguntarle a un policía "dónde diablos estaba la zona de rehidrantantes".
- A 300 metros, respondió.
Llegué a dicho punto y continué con una botella de Powerade que me calmó la sed durante algunos minutos y que me hizo sentirme realmente deshidratado un par de kilómetros más alla, cuando el calor comenzaba a agotarme aún más.
A las 10 y 42 llegué a la segunda zona de rehidratación y cometo el error de frenar mi paso y comenzar a caminar unos siete metros antes de dicha zona, lo que me hizo tambalear y nublarme durante algunos segundos pensando que se acabaría el sueño.
Ese fue el momento más crítico de la carrera, en el que sentí que me desplomaría. Pero fue ahí que dejé de lado la preparación y el estado físico y recurrí al ánimo que rápidamente convocó a eso que todos le llaman "huevos" y que yo prefiero llamarle garra.
Finalmente, a las 10:52 cruzé la meta y pude decir "RETO CUMPLIDO", con ganas de arrojar todo lo que mi estómago había consumido durante la vida, sin sentir las piernas, sin voz, con el cuerpo empapado, después de ver como dos personas se desmayaban en medio del tramo a causa del maldito cansancio que hoy me llevará muy temprano a la cama, pero con las satisfacción de que nada, absulotamente nada es imposible...
Metafórico Intenso. El Autor - Renzo F.
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